DESCALABRO ELECTORAL DEL LOBBY PROMARROQUÍ EN ESPAÑA

Los resultados electorales del 20N han sido claros y contundentes. Hay muchos causas que han contribuido a este vuelco electoral que ha supuesto una inversión de la relación entre los dos grandes partidos respecto a los años ochenta del siglo pasado. Evidentemente, estos resultados son un triunfo incontestable del Partido Popular al que hay que añadir el aparatoso hundimiento del Partido Socialista Obrero Español que le lleva a los niveles más bajos desde la transición democrática.
La gestión de la crisis económica y los cinco millones de desempleados ha sido el factor determinante de este vuelco. No obstante, hay otros factores adicionales que han contribuido a la falta de credibilidad del PSOE y que no solamente son atribuibles a la gestión de la crisis sino que son de carácter estructural y que le han deslegitimado tanto como defensor de los servicios públicos y del Estado del Bienestar como valedor de la democracia y los Derechos Humanos en el mundo.
En esta cuestión han jugado en contra aspectos como el papel subalterno que en sus politicas el gobierno español ha asumido frente a otros estados en la Unión Europea y la falta de una respuesta coherente en la defensa de estos postulados.
El PSOE podría haber perdido las elecciones por presentarse como valedor de los servicios públicos y el Estado de Bienestar en favor del Partido Popular como defensor de un liberalismo económico que flexibilizara las relaciones laborales y reduzca el papel del estado en la organización de la sociedad, pero no ha sido el caso. Su desafección y fuga de votos es transversal y abarca tanto a la derecha como a la izquierda lo que implica que su falta de credibilidad es generalizada.
En cuanto a su política exterior tampoco le ha granjeado ningún tipo de credibilidad, y quizás sus dirigentes por arrogancia no quieran reconocerlo, pero la denominada Alianza de Civilizaciones en general y enfoque de sus relaciones con Marruecos en particular, tampoco ha convencido a casi nadie. La incoherencia de defender procesos democratizadores de la denominada primavera árabe aún a costa de que fueran sangrientos en algunos países y la indiferencia hacia los derechos más elementales de otros pueblos ha fulminado cualquier tipo de crédito.
En concreto la falta de de honestidad del gobierno con el pueblo saharaui también le ha pasado factura. Mirar para otro lado frente al asesinato, la agresión, la violencia (incluso contra ciudadanos españoles),la contribución a la expoliación de los recursos naturales, la complicidad con la burla contínua de las leyes internacionales e incluso la participación activa en maniobras en el seno de la ONU para socavar las opciones del pueblo saharaui o la excesiva complicidad panfletaria respecto a los supuestos cambios democráticos en Marruecos no ha tenido buena acogida en la ciudadanía.
La justificación en base a unos supuestos intereses tampoco ha funcionado, la estrategia de vender Marruecos como paraíso de las inversiones para empresas españolas ha chocado con la arbitrariedad con las que han sido tratadas muchas empresas españolas y la escasa rentabilidad de algunas apuestas como el ilegal y vergonzante acuerdo pesquero entre la UE y Marruecos ha sido vista por la ciudadanía como una relación asimétrica en la que el principal beneficiario es Marruecos y no España.
El tratamiento privilegiado que el gobierno daba a Marruecos frente a otros actores del Magreb tampoco ha favorecido la interlocución con otros países importantes como Argelia; tratamiento que a nivel diplomático nadie percibe su reciprocidad y que se ejemplifica en el cambio de voto hacia Brasil por parte de Marruecos en detrimento de Moratinos para presidir la FAO.
En resumen, en este asunto la ciudadanía ha percibido la gestión del gobierno socialista como calamitosa.
Se puede afirmar que este problema tiene escasa incidencia en la voluntad de los electores dado que sólo el descalabro afecta al PSOE y podemos poner sobre la mesa el caso del avance electoral de la promarroquí CiU en Cataluña. En primer lugar el ascenso de CiU no va a ser determinante para la gobernabilidad del estado y de entrada no tiene que tener más incidencia que otras opciones que también han subido y son declaradamente prosaharauis. En segundo lugar, habá que buscar otros factores para explicar su empuje electoral dado que esta fuerza se ha granjeado apoyos electorales con un discurso que bordeaba xenefobia frente a la inmigración en general pero hacia la marroquí en particular.
Se puede dudar sobre la futura política del Partido Popular respecto al Sáhara Occidental, es verdad que cuando estuvo en el gobierno no ha reconocido la RASD, pero si es cierto que el gobierno de Aznar fué uno de los promotores del Plan Baker II y se opuso siempre a una solución unilateral promarroquí, esperemos que así continúe y se dé un impulso al derecho a la autodeterminación reconocido por la ONU para el pueblo saharaui.
El resto de las fuerzas que han irrumpido con fuerza en el nuevo parlamento como Izquierda Unida y la Unión de Progreso y Democracia han apoyado con decisión al pueblo saharaui.También parece que va a seguir teniendo un fuerte apoyo de la mayoría de los partidos nacionalistas de diferentes comunidades autónomas.
Por lo tanto, las relaciones excluyentes que pretende Marruecos que establezca España en el Magreb electoralmente no aportan nada porque no convencen a casi nadie y creo que es un buen momento para la causa saharaui en España que las autoridades de la RASD y el Frente Polisario non deberían desaprovechar.

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