Si el Frente Polisario registra con satisfacción el progreso de la causa saharaui en los niveles africanos e internacionales, los marroquíes ya no ocultan el estado de desesperación en que se encuentra su diplomacia. El propio rey Mohamed VI lo reconoció ante su parlamento el 11 de octubre del 2013. « La situación es difícil. Nada está zanjado todavía », dijo el soberano marroquí añadiendo que « las maniobras de los adversarios de nuestra integridad territorial no van a parar, lo que podría poner nuestra causa ante etapas decisivas ».
Decisivo también es el año 2015, según declaraciones hechas por el jefe de la diplomacia marroquí ante los diputados parlamentarios de su país a los que pidió estar preparados para afrontar la nueva situación.
En efecto, en la cuestión del Sáhara Occidental, Marruecos parece despertar de una pesadilla al descubrir que su intransigencia acabó consumiendo la paciencia de sus aliados y del conjunto de la comunidad internacional que se niegan a resolver el problema saharaui sobre otra base que la de la legalidad internacional.
Rabat, en su persistencia en querer asegurarse el control de las riquezas del Sáhara, se niega a fijar una fecha para la visita del Enviado Personal del Secretario General de la ONU para el Sáhara Occidental, Christopher Ross que, según observadores políticos, trae una proposición concreta que someterá a las dos partes antes de presentar su informe al Consejo de Seguridad en octubre del 2014.
Según Alifpost, diario digital marroquí editado en España, los marroquíes temen el dinamismo de la ONU pour su decisión de hacer del año 2015 año de la solución de este conflicto que lleva más de 39 años obstaculizando la edificación del Magreb y el desarrollo económico de una región de gran importancia para Europa y que constituye el puente con Africa. Esto constituye un giro trascendental en la gestión onusina del conflicto a la que se unen los esfuerzos de la Unión Africana que se implicó en la cuestión nombrando a un enviado especial para el Sáhara, el ex presidente mozambiqueño Joachim Chissano.
En esta ofensiva internacional, Marruecos ya no puede contar con el apoyo de Francia en un momento en el que el Consejo de Seguridad se dispone a pasar del Capítulo VI al Capítulo VI para imponer una “solución justa y duradera basada en el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación”, una frase que no deja de disgustar a los gobernantes marroquíes,
Aislado en el campo diplomático, Marruecos aprovecha la visita del rey Felipe VI para mostrar que aún puede contar con el apoyo de España en el asunto del Sáhara, una falsa fachada de las relaciones entre Madrid y Rabat que quiere vender a la opinión pública marroquí. La realidad de estas relaciones las refleja la situación en las vallas de Ceuta y Melilla, acosadas diariamente desde hace varios meses. El chantaje es el único arma que le queda a Marruecos para bascular la balanza en su ventaja. Como lo hizo en 2004 en Atocha.
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